Un mapa sin brújula: cuando una marca pierde el norte
A veces una marca tiene todo lo que parece necesario: una web actualizada, perfiles activos en redes sociales, un logo atractivo, un presupuesto de comunicación. Lo tiene todo… menos dirección.
Y no hablamos de grandes errores ni de crisis reputacionales. Hablamos de algo más sutil: esa sensación de que se hace mucho, pero no se sabe muy bien para qué. Que se comunica, pero no se conecta. Que hay piezas, pero no hay relato.
Una marca puede tener un mapa, pero si no tiene una brújula (una visión clara, una voz propia, un propósito bien definido) acaba girando sobre sí misma. Cambia el tono según el canal, adapta los mensajes sin criterio, responde a las modas o se diluye en lo que hacen los demás.
Lo vemos más a menudo de lo que parece. Marcas con buena presencia, incluso con una historia potente, que han ido perdiendo el norte. No porque no sepan lo que hacen, sino porque no han cuidado cómo lo cuentan.
Recuperar la dirección no siempre implica hacer más. A veces es todo lo contrario: parar, escuchar, revisar qué se está diciendo y si eso tiene que ver con lo que realmente se quiere transmitir. Afilar el lenguaje. Reconectar con lo esencial. Y volver a comunicar con intención.
Porque un mapa sirve para llegar.
Pero una brújula es lo que te ayuda a no perderte en el camino.