Tres paseos que deberían formar parte de cualquier brief
Antes de ponernos a escribir un brief, nos gusta caminar. A veces de forma literal, otras con la mente en movimiento. Lo importante es cambiar de ritmo, salir del teclado, mirar alrededor. Porque no hay buena estrategia sin observación, y no hay buen proyecto sin contexto.
El primer paseo es hacia el entorno de la marca. No basta con leer su web o ver sus redes: hay que entender dónde está, con quién convive, qué referencias tiene cerca. Ya sea una tienda de barrio, una organización social o una empresa industrial, siempre hay algo que se percibe solo estando ahí, aunque sea un rato. Y si no se puede estar físicamente, al menos hay que observar con esa misma curiosidad: la de quien quiere comprender antes de intervenir.
El segundo paseo es hacia las voces que la rodean. Escuchar al equipo, a las personas que han estado desde el principio, a quienes atienden al cliente o a quienes se sienten parte de la marca, aunque no aparezcan en la foto. También escuchar a quien la sigue, la consume o la comenta. Muchas veces, el tono real de una marca no está en lo que dice, sino en lo que otros dicen de ella.
Y el tercero es hacia los márgenes. Los detalles que no aparecen en la presentación oficial: una etiqueta antigua, un cartel que se repite desde hace años, una expresión que todos usan sin pensar. Ahí también hay información. A veces, las claves para una buena estrategia están en lo que parecía irrelevante. Solo hay que parar un momento y mirar.
Caminar antes de escribir ayuda a afinar. Ayuda a entender.
Y sobre todo, ayuda a no caer en lo obvio.
Porque un brief bien hecho no es una plantilla rellena: es un punto de partida con sentido.